martes, 7 de julio de 2009

La visión del mundo árabe-musulmán en el Cantar de Roldán.

Introducción

Para la cuarta entrega de este blog he decidió trabajar el tema de las cruzadas, basándome en “El cantar de Roldán”.

El texto se refiere a la batalla del 15 de agosto del año 778[1], cuando fue destrozada, en Roncesvalles, la retaguardia del ejército de Carlomagno, que regresaba de Zaragoza.

El cantar de Roldán es una obra anónima escrita entre 1065 y 1100[2], que nos muestra una imagen interesante del ideal caballeresco de la Alta Edad Media, resaltando virtudes como valentía, honor, lealtad y profunda religiosidad.

Entre los motivos por los que voy a trabajar dicho tema sobresalen la forma épica en que se describe la valentía de los francos al adentrarse en los territorios dominados por el Islam; el gran respeto y admiración hacía Carlomagno; la peculiar forma en que ellos se referían a sus espadas (llegando incluso a ponerles nombres: “Durandarte” o “Joyosa” ).

El tema a tratar es: la visión que el Cantar de Roldán muestra sobre el mundo árabe –musulmán.

La visión del Cantar de Roldán sobre el mundo “árabe – musulmán”

Caracterización de los personajes sarracenos.

A partir de los nombres propios a los sarracenos se les relaciona con barbarie, misterio y maldad. Algunos de estos nombres son: Falsarón, Malprimis, Malcuidant, Malcud, Aelroth, Chernublo, Abismo[3], etc. Es interesante que muchos nombres comiencen con el prefijo “mal”, o el caso de Abismo, que se puede relacionar con la perdición.

No sólo los sarracenos tienen nombres extraños y perversos, también los lugares de donde provienen:

Ha huido Marsil, pero se ha quedado su tío el califa, que posee Cartago, Alferna, Garmalía y Etiopía, una tierra maldita. La gente negra está bajo su dominio; tienen grandes las narices y largas las orejas y son en total más de cincuenta mil.[4]

Las características físicas de los sarracenos exceden la fuerza y tamaño de las capacidades humanas llegando a la bestialidad, inclusive se menciona que son gigantes, con grandes narices, largas orejas y color negro en la piel “…esa gente maldita los cuales son más negros que la tinta más negra”.[5] El color negro de la piel es un elemento que se menciona insistentemente en la obra.

Los sarracenos que son descritos de manera más salvaje son los que conforman el ejército de Baligán. Mientras más lejana sea la procedencia, más extraños y salvajes serán. En los sarracenos de Zaragoza, de las tierras dominadas por Marsil, no encontraremos descripciones exageradas y bestiales, en cambio en los procedentes de la península Arábiga o de África las características descritas son más marcadas.

Las características psicológicas de los sarracenos, se distinguen claramente de las de los caballeros cristianos, pues estos son regidos por un código de honor inquebrantable y están dispuestos a dar la vida por el rey y la dulce Francia; en cambio, los sarracenos son cobardes; muestran mucho temor para enfrentarse a Carlomagno. Una muestra de su cobardía es planear un acuerdo de rendición y conversión a cambio de que Carlomagno vuelva a Francia y los deje en paz, lo que no estaba en los planes del él. Para que dicho acuerdo se lleve a cabo los sarracenos son capaces de sacrificar a sus hijos, entregándoselos al rey franco como rehenes, tal como Blacandrín sugiere a Marsil:

"Para San Miguel celebrará muy solemne fiesta. Llegará el día y pasará el plazo, y no oirá de nosotros palabras ni noticias. El rey es altivo y su corazón perverso: hará cortar las cabezas de nuestros rehenes. Es mucho mejor que ellos pierdan las cabezas a que nosotros perdamos la clara España (...)"[6]

Los guerreros sarracenos también se muestran cobardes frente a la fiereza y gallardía de Roldán y el resto de los francos, con esto el autor nos ejemplifica la superioridad física y moral de la cristiandad.

Mientras que los caballeros de Carlos, en especial Roldán, aceptan la muerte con valor; los paganos temen enfrentarse a él y deciden matarle de manera vil: "...El conde Roldán es de tan gran fiereza que no será vencido por ningún hombre carnal. Disparemos sobre él y luego lo dejaremos estar"[7]

Cabe señalar, que pese a este retrato general, a los sarracenos se les reconocen, ocasionalmente, atributos positivos, como la valentía, incluso se llega a mencionar que Marcules de Ultramar sería un gran caballero si fuese cristiano: "Dios, que barón, si tuviera cristiandad".[8] Pese a todos sus defectos los sarracenos aman y vengan a sus muertos, Baligán incluso llora ante la muerte de su hijo. Pese a lo brutales que pueden ser con el enemigo, en general son leales entre sí y muestran aflicción por la pérdida de familiares y amigos.

En la representación de los sarracenos, un punto importante es el tema de la religión. Independientemente de lo que lo que el público de la edad media sabía o no sabía sobre el Islam, los sarracenos en el Cantar del Roldán, aparecen adorando a una falsa trinidad islámica: el profeta Mahoma, el dios griego Apolo y una divinidad inventada: Tervagán. "Aquel Mahoma, que nos tiene bajo su dominio, y Tervagán y Apolo, nuestro señor, salven al rey y a la reina", "La posee el rey Marsil, que no ama a Dios: sirve a Mahoma e invoca a Apolo. No se puede preservar de que el mal le alcance". [9]

El culto a estos dioses es de carácter idólatra; los sarracenos adoran las imágenes de estos.

"Corren hacia el monumento de Apolo que está en una gruta; lo increpan y lo insultan ignominiosamente: “¡Ah dios malvado!, ¿por qué nos haces tal afrenta? ¿Por qué permitiste que nuestro rey fuera derrotado? Mal salario das a quien te sirve.” Luego le quitan el cetro y la corona; con las manos lo cogen por encima de una columna, lo tiran al suelo entre sus pies y con gruesos garrotes lo apalean y lo destrozan. Quitan a Tervagán de su carbunclo y echan a Mahoma dentro de un foso y los cerdos y los perros lo muerden y pisotean”. [10]

El texto señala que los paganos reniegan de su fe, esto demostraría, por una parte, la ilegitimidad de dichas divinidades, quienes no poseen poder real frente al verdadero Dios (el de los cristianos). Asimismo, permite establecer la supremacía del cristianismo frente al Islam. Por otra parte, este fenómeno da cuenta de la frágil moral de los creyentes, quienes ante cualquier dificultad abandonan su fe y reniegan de sus dioses.

Cuando los sarracenos mueren en el campo de batalla acuden los diablos a llevarse su alma: "Descarga el golpe y el sarraceno cae; los diablos se llevan su alma"; "El pagano cae al suelo pesadamente; Satanás se lleva su alma". Lo que contrasta con la muerte del caballero franco:

Ofrece a Dios su guante diestro; San Gabriel lo toma de su mano. Le sostenía con el brazo la cabeza inclinada. Con las manos juntas ha ido a su fin. Dios le envió a su ángel querubín y a San Miguel del Peligro; junto con ellos vino San Gabriel. Llevan al paraíso el alma del conde[11].

La contienda entre las dos religiones se presenta en el contexto de la lucha armada. La actitud del bando cristiano es clara; el sarraceno es pagano y, por lo mismo resulta amenazador y debe ser exterminado. Carlomagno manifiesta una posición similar: "(...) No debo conceder ni paz ni amor a un pagano. Recibe la ley que Dios nos reveló, el cristianismo, y te amaré al instante".

Una vez que los cristianos han tomado Zaragoza, la postura intolerante de los francos se manifiesta. El Islam, distinto y desconocido, debe ser destruido, así los sarracenos morirán sino se convierten al cristianismo.

Conclusiones

A partir del estudio de las diversas representaciones de los sarracenos, es posible señalar que la visión del musulmán se construye en virtud desde una posición excluyente del cristianismo. Esta posición se da tanto a nivel físico, como a nivel moral; unos son blancos, otros negros; unos nobles y gallardos, los malvados y deformes; los cristianos son valientes y leales, y los sarracenos, cobardes y tramposos.

Esta construcción cristiana del mundo musulmán se da incluso en el plano religioso; Padre, Hijo y Espíritu Santo; Mahoma, Tergavan y Apolo. El autor del texto creó una trinidad opuesta a la cristiana. Este relato épico fue hecho por y para Occidente, es una historia tendenciosa que se basa en un conjunto de estereotipo y prejuicios propios de la mentalidad y visión de mundo occidental. Las representaciones sarracenas en la obra obedecen a la fantasía e imaginación de su creador; que se encuentra inserto en un determinado contexto temporal, geográfico y religioso, que le impiden representar con justicia la realidad de un mundo ajeno, complejo y distinto.

Esta obra escrita en el siglo XI nos muestra el total desconocimiento europeo sobre la religión, costumbres y organización de los territorios árabes. La unidad mediterránea que se rompió en el siglo VIII continúa expresándose en el siglo XI.



[1] Anónimo, El cantar de Roldán edición de Juan Victorio, Cátedra, Madrid 1983.

[2] Jaques Le Goff, La baja Edad Media, siglo XXI Editores, 1971, pág.283.

[3] Anónimo, El cantar de Roldán edición de Juan Victorio, Cátedra, Madrid 1983, Pág. 103. En el “verso” CXXV se menciona que Abismo era el hombre más malvado de la hueste de Marsil y se describen sus características, todas ellas contrarias al ideal caballeresco.

[4] Ibídem, Pág. 113. Esta descripción de las tierras que posee el tío de Marsil se encuentra en el verso CXLIII.

[5] Ídem, Para más detalle por favor consultar el verso CXLIV.

[6] Ibídem, Pág. 36. Para más detalle por favor consultar el verso III.

[7] Ibídem, Pág. 121. Para más detalle por favor consultar el verso CLX.

[8] Ibídem, Pág. 159. Para más detalle por favor consultar Verso CCXXVIII.

[9] Ibídem, Pág. 61. Para más detalle por favor consultar Verso XLVII.

[11] Ibídem, Pág. 131. Para más detalle por favor consultar Verso CLXXVI.

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